AEROFAGIA

Publicado por Veronica miércoles, 30 de diciembre de 2009


Dilatación del estómago, hinchazones, eructos, sensación de pesadez bajo el esternón y “barrera” bajo el pecho, falsos dolores cardíacos, palpitaciones, espasmos, etc., son otras tantas manifestaciones de esta afección difícil de detectar y cuya causa no es gástrica, sino nerviosa. Cabe preguntarse, incluso, si la persona nerviosa escapa alguna vez a ella, bajo una u otra de sus formas.
La aparición de numerosos trastornos digestivos es una de las características médicas de nuestra época de tensión, de stress, y la aerofagia ocupa en este aspecto un lugar destacado. Se traduce al principio por la aparición de trastornos benignos característicos:
— Una sensación de distensión del estómago (hinchazones), que puede producirse igualmente después de la deglución de un par de bocados de alimento, o dos horas después de una comida muy copiosa; a menudo va acompañada de sofocaciones.
— Una eructación anormal, que no es, como corrientemente se cree, un rechazo del aire del estómago, sino precisamente lo contrario; cuando se abandona a esta necesidad, frecuentemente imperiosa, el sujeto traga aire.
— Una salivación exagerada, de la que resultan las manchas en la almohada, ya que el sujeto duerme con la boca abierta y el producto de la hipersalivación que aparece durante la noche se vierte en las ropas de la cama.

La palabra “aerofagia” (que significa “comer aire”) se adoptó para designar los trastornos de ciertos histéricos, víctimas de una auténtica manía consistente en deglutir sin cesar saliva y aire; pero no es necesario ser un enfermo mental para presentar problemas análogos. Los pacientes afectados por la aerofagia tragan aire en el transcurso de sus comidas, con el resultado de unos trastornos benignos de carácter digestivo, acompañados por molestias que inquietan sin razón al enfermo.
Muy a menudo, lo que más trastorna es el temor a una enfermedad gástrica, como la úlcera o el cáncer. Por lo tanto, ante todo hay que disipar estas dudas, si existen, consultando a un especialista, y de este modo la emotividad del paciente no repercutirá en el sistema simpático, lo que agravaría todavía más su caso.
Los métodos actuales de exploración permiten disipar casi todas las confusiones. Las relaciones entre el sistema gástrico, el intestinal y la organización hepática son demasiado estrechas para que el propio paciente pueda aplicarse un diagnóstico indudable, en un sentido o en otro.
Son numerosísimos los casos en que los enfermos, literalmente obsesionados por sus trastornos aerocólicos (el aire del estómago pasa al intestino), han conseguido convencer a sus médicos de que padecían una apendicitis. Otros se creen afectados por una enfermedad del hígado (cuando en los casos de verdadera enfermedad de la glángula hepática, la disfuncionalización no suele ir acompañada por dolores). Otras personas, que sufren dolores en la región cardíaca, sofocaciones, palpitaciones, ahogo o insomnio, creen estar enfermas del corazón.
Muchos se quejan de una lentitud de digestión, pero también se trata más a menudo de sensaciones que de una verdadera realidad. Las revisiones médicas a fondo demuestran que la evacuación del estómago se realiza con una velocidad perfectamente normal.
Por el contrario, las personas que conocen la aerofagia y presentan ciertos trastornos análogos confunden, erróneamente, sus dolores con una aerofagia latente, cuando en realidad sufren verdaderos desarreglos biliares, intestinales o gástricos. También aquí, el especialista tiene la última palabra.
Tratamiento
Se impone una buena higiene de vida, y muy en particular se procurará comer con lentitud y beber poco. Hasta la desaparición de las molestias, se suprimirán todas las bebidas gaseosas y no se consumirá más pan que el tostado. Se evitarán las legumbres, en especial las lentejas y las alubias, asi como los quesos fermentados.
Para apaciguar el sistema nervioso y disminuir las hinchazones, cabe utilizar calmantes o depurativos a base de plantas.

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